Ni muy muy, ni tan tan: La Asertividad

sakura
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Es una hermosa tarde de viernes, la has estado planeando toda la semana: primero al cine con el galán y en la noche a cenar con tu grupo de amigos, pues tu amiga Maluchis cumple años. ¿Qué mejor pretexto para pasar un buen rato juntos?.

Como sales a las 5, justo a las 16:50, comienzas a cerrar los programas que tenías abiertos en la computadora y a recoger todos los documentos de tu escritorio. Ya hasta te despediste de tus contactos por el messenger, advirtiéndoles que después de la cena, ¡nadie se escapa de ir a bailar!, pues hace varias semanas que te mueres de ganas de ir a la disco de moda.

Estás a punto de deslizar sutilmente tu cuerpo fuera de la oficina, cuando de repente escuchas la melodiosa voz de tu jefa: “¿Me puedes ayudar con el informe?. Es urgente?”… ¡Grrrr!, la quieres matar y no es broma. Lo primero que piensas es: “Esta señora no tiene vida social“. Sabes que el informe no estará listo, ni de chiste, en una hora, y que probablemente tendrás que quedarte hasta “morir” para terminarlo. Además, no entiendes a quién se le ocurrió la brillante idea de pedir el informe justo a la hora de la salida. De inmediato, se te ocurren dos opciones:

a) La muy, muy:
Mandar, de una buena vez, a tu jefa al diablo; ahí mismo, al fin que ya lo venías pensando desde hace algún tiempo y de paso le dices todo lo que piensas de ella.

b) La tan, tan:
Quedarte hasta las 10 de la noche para acabar el bendito informe y además, de buen modo.

Ambas son válidas, pero conllevan consecuencias negativas. Si ninguna de las dos opciones te convence, pensemos en una tercera:
La asertividad..

Según el psicólogo Eduardo Aguilar Kubli: La asertividad es la habilidad para transmitir y recibir los mensajes de sentimientos, creencias u opiniones propias o de los demás, de una manera honesta, oportuna, respetuosa y tiene como meta lograr una comunicación satisfactoria, hasta donde el proceso de la relación humana lo haga necesario.

Nos han enseñado que complacer a los demás es muy importante, y que para ello debes reprimir tus propias necesidades y sentimientos, sin embargo, lejos de ayudarnos a cuidar nuestras relaciones, las deteriora, porque a la larga nos sentimos usados y manipulados, o si estamos en la otra posición, tendemos a dominar, controlar o agredir a los demás. Ninguna de estas dos posturas es saludable para nadie.

Las conductas no asertivas tienen dos rasgos característicos: tienden a ser pasivas o agresivas.

Las pasivas , están basadas en la idea de ser amistoso y pacífico, inclusive si esto nos significa la autoderrota con tal de conservar la armonía en nuestras relaciones. Esto lleva a tener una sensación de frustración y enojo constantes, que puede generar en algún momento, y por la acumulación de tensiones, una conducta agresiva. Además, las personas también aprenden a manipularnos y a abusar de nosotros, pues saben que no vamos a oponer resistencia.

Las conductas agresivas, en cambio, están cimentadas en el exceso de control de una situación, en la cual, no se toman en cuenta las necesidades u opiniones de los otros. Por lo general, se da en personas muy inseguras, que se sienten constantemente amenazadas por los demás, por lo que están a la defensiva. Los resultados pueden variar de acuerdo al interlocutor, pero aún en el caso de que puedas lograr tu fin, humillando o agrediendo al otro, tus relaciones se irán deteriorando, pues generarás falta de honestidad y hostilidad hacia ti.

La asertividad, en cambio, implica no aceptar hacer las cosas que no deseas, no obstante te sientas comprometido con los demás. Lo primero que debes hacer es convencerte de que tú no eres el responsable del bienestar de los otros. En la medida en que puedas lograrlo, empezarás a dejar de sentirte culpable por decir No. Para ello es indispensable ser honesto contigo mismo y reconocer que tú eres el responsable de tus sentimientos. No es que los otros “te hagan enojar“, ellos actúan y tú decides cómo sentirte.

Volviendo al caso que leímos al inicio del texto, es probable que tu jefa no te haya pedido el informe para molestarte, y aunque lo hiciera, ella no es responsable de tu sentimiento de enojo.

Una vez que te has responsabilizado de tus emociones, pregúntate ¿Es así como me quiero sentir?, ¿Puedo elegir no ser víctima de los otros y pensar en mis propias soluciones?. Si hablas con ella y le explicas tus necesidades (ha sido una semana pesada y necesitas distraerte, además de que no sabías lo del informe y ya hiciste planes) es más fácil que puedas negociar, tal vez puedas ayudarle quedándote una hora más a hacer el informe, pero después te vas a la cena.

¡Ojo!, ser asertivo no es salirte siempre con la tuya, también hay que ceder (tú decides cuando lo amerita y en qué situaciones no es posible). La asertividad implica reconocerte importante y valioso sin menospreciar a los demás, por lo que si logras un acuerdo que beneficie a ambas partes, ¡ya la hiciste! ^.^

Fuente: www.terra.com.

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