¡Shazam! La furia de los dioses (2023)

Hace cuatro años, Shazam se unió al Universo extendido de DC (DCEU), nos contó la historia de Billy Batson, un niño abandonado que encuentra su lugar en una peculiar familia mientras adquiere poderes sobrehumanos, y lo hizo con un toque de frescura y ligereza a una franquicia que empezaba a sentirse demasiado pesada.

Aquella película terminó con todos los hermanos recibiendo sus propios poderes, por lo que la secuela tenía que contarnos qué pasó después.

Por eso, ahora los superhéroes tienen su propia guarida, y algunos se toman más en serio su papel que otros. Pero su nuevo estilo de vida se ve amenazado cuando las hijas del dios griego Atlas, Hespera y Kalypso, deciden vengarse de la humanidad por lo que hace mucho le hicieron a su reino.

Si en la primera cinta, el villano era un simple mortal enfermo de poder, ahora nuestros héroes deben enfrentar a las mismísimas diosas del Olimpo. Esto también significa que llegará un tercer acto apocalíptico saturado de sonido y efectos especiales que se extenderá demasiado.

Afortunadamente, estas villanas son interpretadas con deliciosa malicia, y los creadores entendieron que el verdadero encanto de esta franquicia radica en la inocencia y relación de los niños, logrando a base de brincos y maromas que la mayor parte del tiempo la pasemos con ellos y no con sus versiones adultas.

Se trata de una película plagada de momentos sentimentales mientras el mundo está ardiendo, donde los extras raramente se comportan como seres humanos, donde las reglas se van inventando sobre la marcha, y en la que los momentos más hilarantes se derivan de referencias a la cultura pop.

En general, DC se encuentra en un estado de letargo, y se pensaba que Shazam podría ser una razón suficiente para mantener con vida al DCEU.

Pero bastaron unos días para que las críticas nos hagan pensar que todo era un buen deseo, y sin haber terminado su paso por las salas de cine, se asegura que Shazam podría seguir el camino de quien sería su rival, Black Adam. info Pepe Ruiloba