Con virtudes y defectos

yeni
2 Min Lectura

Una vieja señora china poseía dos grandes vasijas, cada una suspendida en la extremedidad de una vara que ella cargaba en sus espaldas.

Una de las vasijas estaba rajada y la otra estaba perfecta. Esta última siempre estaba llena de agua al fin de la larga caminata desde el arroyo hasta la casa, mientras que aquella rajada llegaba medio vacía.

Por mucho tiempo la cosa fue siempre así, la señora llegaba a la casa solamente con una vasija y media de agua. Naturalmente, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de su propio resultado y la pobre vasija rajada tenía verguenza de su defecto, de conseguir hacer solo la mitad de aquello que debìa hacer.

Después de dos años, reflexionando sobre la propia amarga derrota de estar ‘rajada’, la vasija habló con la señora durante el camino: ‘Tengo verguenza de mi misma, porque esta rajadura que tengo me hace perder la mitad del agua durante el camino a su casa…’

La viejita sonrió:
‘Ud. se dió cuenta que lindas flores hay solamente de su lado del camino?. Yo siempre supe de tu defecto y por lo tanto planté semillas de flores a la vera del camino de tu lado. Y todos los dìas, mientras volvía, tú las regabas.

Por años pude recoger aquellas bellìsimas flores para engalanar la mesa.

Si tú no fueses como eres, yo no habría tenido aquellas maravillas en mi casa.

Cada uno de nosotros tenemos un defecto propio. Pero el defecto que cada uno de nosotros tenemos es lo que hace que nuestra convivencia sea interesante y gratificante.

Es preciso aceptar a cada uno por lo que es… Y descubrir lo que hay de bueno en él.

Comparte Este Artículo
12 Comentarios