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Reflexiones sobre la buena y la mala educación

Cristhoper robin
4 Min Lectura

“Educar, es templar el alma para las dificultades de la vida”. (Pitágoras)

Educar, es desarrollar las facultades intelectuales y morales en los niños y en los jóvenes, siendo la educación la acción y también el efecto de educar.

Cuando hablamos de buena educación, hablamos de un estado ideal de las personas, que se armonizan con su entorno, sin estridencias, con respeto a si mismos y a los demás y, con unas normas básicas para que la convivencia sea posible y placentera.

A la falta de educación, se le llama mala de educación y hace la convivencia muy dificil, destacándose la falta de respeto hacia los demás, antes citada , que se cambia por groseria, comportamiento soez en muchos casos y deseo de amargar al prójimo.

Una persona educada, no molestará a otra a sabiendas, para crearle malestar.

En los variados eventos deportivos que nos ofrece la televisión, notamos la buena o mala educación, por los comportamientos que muchos de los espectadores -in situ- demuestran. Son personas aficionadas a esos deportes, hinchas o a veces solo simpatizantes.

Yo, muchas veces me he preguntado, si el tenis ejerce un efecto sedante en los espectadores y si pasa lo contrario con el fútbol, ya que en este deporte, al parecer sube la adrenalina a unos niveles demasiado evidentes y de modo diferente que en el tenis, siendo una agresividad desmesurada, la que lleva en los partidos de fútbol, a lanzar botellas, latas y otros objetos contundentes a los porteros, árbitros, y en algunos casos también cargan contra los jugadores, teniendo muchos de ellos que abandonar el campo y marchar al Hospital porque han sido lesionados, por algún espectador violento, y desde luego mal educado.

Esta agresividad, que se lleva dentro, aletargada, sale de golpe cuando, por ejemplo, el árbitro, pita un penalti, que molesta o no ve claro alguien y !zas!, las botellas, piedras y las latas, quitan el protagonismo a un partido, que debería ser en todo momento el eje de la atención. Al mismo tiempo, cobran también protagonismo las palabras, pero no por bellas y hermosas, sino, por todo lo contrario, pues se dicen insultos y verdaderas barbaridades.

No sé por qué, se hace de algo que podía ser un pasatiempo entretenido y divertido, algo irracionalmente insoportable y para los que ejercen de violentos, parece que también rayando en lo patológico.

En los partidos de tenis, lo más llamativo que puede escucharse además del “ping-ping” de la pelota, cuando va de un lado a otro, son los gemidos de los tenistas, que llegan a alcanzar, en las féminas, los 112 decibelios, y que actualmente se ha puesto de moda utilizar, como melodia de llamada en los utilitarios teléfonos móviles. Pero no hay agresiones de los espectadores, aunque a veces el resultado del partido, nos llene de tristeza.

Con frecuencia, se pasa por alto la palabra mágica e imprescindible RESPETO, que siempre nos debemos a nosotros mismos y a los demás (vuelvo a reiterar), perdiéndose la exquisitez en el trato, por su falta. Hay un término medio maravilloso entre lo que consideraríamos hoy en día cursi y lo racional y correcto.

Creo que los libros son muy necesarios, para aumentar nuestra cultura y acostumbrarnos y enseñarnos a pensar, pero hay pedagogos que han manifestado que “la educación se inicia veinte años antes de que nazca el niño”… por lo tanto aunque se tenga un bagaje intelectual importante y se posea en casa la “Biblioteca de Alejandría”, sirven de poco, si no se demuestra educación. via Mª Jesús Ortega Torres

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