¿Por qué no sabemos detectar el engaño o las mentiras?

Shaoran
4 Min Lectura

Paul Ekman, experto en el estudio de expresiones faciales, opina que hay 5 motivos por los que no somos capaces de distinguir fácilmente las mentiras. Numerosos experimentos avalan este hecho. Aunque algunos podamos creer que tenemos facilidad en desenmascarar a un mentiroso, probablemente nuestro radio de aciertos no será mejor que decidiéndolo al azar. Peor aún, los mentirosos dan sutiles pistas, que pueden ser identificadas en grabaciones de video, pero que al parecer, tenemos una gran facilidad en ignorar.

Pasemos a los motivos:

*Primer motivo:
Es un poco “darwinista” y tiene que ver con la evolución de la especie. Paul opina que no hemos desarrollado habilidades para reconocer mentiras ya que èstas tuvieron muy poca relevancia en la evolución de la especie. En ese entorno ancestral había muy pocas oportunidades de mentir en temas de importancia. Se vivía sin privacidad y todo ocurría delante del resto de los miembros de la tribu o poblado. Además estas sociedades se caracterizaban por una total dependencia de los demás para cazar, defenderse, etc. Esto implica tener que colaborar constantemente y poder confiar en los demás. Una mentira descubierta podría haber significado el arrinconamiento o expulsión y una muerte segura. Un alto precio.

*Segundo motivo:
Tiene que ver con nuestra educación. Descartando el instinto para reconocer mentiras, el desarrollo de esta habilidad tampoco forma parte de nuestra educación. Ni nuestros padres se esfuerzan en agudizar nuestra capacidad de desenmascaramiento ni consta esta materia en el temario de nuestras escuelas.

*Tercer motivo:
¡No nos interesa descubrir las mentiras!. Si supiésemos la cantidad de veces que nos mienten, incluso por parte de personas de confianza y cercanas, nos alegraríamos de nuestra capacidad para ignorarlas. Estar constantemente dudando de los demás o una acusación falsa, dificultaría enormemente nuestra vida social. La confianza en los demás no es sòlo necesaria sino que hace más fácil vivir.

*Cuarto motivo:
Muchas veces el “engañado” tiene tanto interés en creer la mentira como el autor del engaño. “¿Cariño, quièn era la chica màs guapa de la fiesta?”. “Naturalmente, tù mi amor” contesta la pareja, tanto si es cierto como si no. Y la pareja, feliz, lo cree; serìa màs complicado dudarlo.

*Quinto y último motivo:
Estamos entrenados para ser educados en nuestra relación con los demás y no apropiarnos de información que no nos ha sido dada. Què le diríamos a un compañero en el trabajo si, después de preguntarle cortésmente – ¿Como estás hoy? – èste nos contestara que se encuentra perfectamente bien y, aùn cuando pudiésemos leer en su cara que en realidad acaba de entererarse de que el amor de su vida le ha sido infiel. Y ha derrumbado con ello el futuro que habìa planificado para ambos.

Socialmente es más sencillo ignorarlo y seguirle la corriente. Dado que nuestro compañero no nos ha dado esa información directamente, no nos es útil conocerla, y no sería adecuado hacer referencia a ella.

Paul Ekman cree, no obstante, que con un entrenamiento específico es posible aumentar la detección de mentiras, lo cual se propone demostrar mediante un experimento futuro.

Fuente: babalum.wordpress.com

Comparte Este Artículo
21 Comentarios