La hermética división de investigación y desarrollo de Walt Disney Co., Imagineering, ha prometido un Groot que camine, hable y exprese emociones, como si el personaje de los Avengers hubiera saltado de la pantalla y viviera entre nosotros.
Y parece que han avanzado, en una bodega de una calle cerrada en Glendale, un suburbio de Los Ángeles hay pistas. El lugar parece abandonado, pero de inmediato se ve a un hombre sospechoso detrás de un árbol.
En un ambiente de gran seguridad, al fondo, cerca de una cortina negra, una pequeña mano arrugada me saludó con un ademán, se trataba de Groot.
Medía alrededor de un metro de estatura y se abrió paso con los ojos bien abiertos, como si hubiera descubierto una nueva forma de vida misteriosa. Miró de arriba a abajo y esperó a ser saludado.
Cuando todos se callaron, cambió su conducta, dejó caer los hombros y parecía tener ojos de cachorro. “No estés triste”, y sonrió y ejecutó unos pasitos de baile antes de balancearse sobre un pie con los brazos extendidos.
En Disney, una nueva tendencia está llegando a los animatronics, un nivel de inteligencia, comenta Jon Snoddy, un ejecutivo de Imagineering. Más realista y más fantástica.
Groot representa el futuro, es parte de cómo la empresa busca mantenerse relevante.
Ya no es 1963, los robots han sido parte de la fórmula especial en los parques temáticos de Disney desde aquellos años, cuando Walt Disney introdujo “los audio-animatronics”, como describía las figuras mecánicas con movimientos coreografiados.
Había muñecos cantando sin parar en el paseo Small World, piratas saqueadores del Caribe y Abraham Lincoln dando el discurso de Gettysburg. La tecnología fue un gran éxito, cautivando a generaciones de niños y ayudando a convertir a Disneyland en California y Walt Disney World en Florida en referentes culturales y negocios colosales.
Los 14 parques temáticos de Disney por todo el mundo atrajeron a 156 millones de visitantes en el 2019, y la división de Parques, Experiencias y Productos de Disney generó ingresos de 26 mil millones de dólares.
La pandemia del coronavirus trastocó severamente las operaciones durante un año, pero las masas han regresado. El tiempo de espera para subir al bamboleante Tren de la Mina de los Siete Enanos en Disney World recientemente era de dos horas y 10 minutos -con todo y el riesgo de la variante Delta.
No obstante, Disney tiene un predicamento a largo plazo. El ritmo cada vez más acelerado de la vida cotidiana, los avances en la tecnología personal y el panorama rápidamente cambiante de los medios están transformando lo que los visitantes quieren de un parque temático.
Disney sabe que tiene que concebir una nueva generación de atracciones espectaculares arraigadas en la tecnología si quiere seguir atrayendo los dólares de las familias vacacionistas. info NYT