Abrazar, una necesidad vital para todos

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¿Negarías que eres mamífero? Es un hecho que no. Entonces, como tal, no puedes afirmar que abrazar o ser abrazado sea algo que nunca te ha hecho falta.

“Como mamíferos, tenemos enraizada la necesidad de interacción y de contacto, el abrazo no responde a un capricho social ni a un estado anímico del individuo, es una necesidad fisiológica importante”, asegura Jorge Galindo Molina, psicoterapeuta corporal, miembro de la Asociación de Desarrollo Humano de México.

A diferencia de un cocodrilo hembra, que pone sus huevos y los deja a su suerte, una leona juega con sus cachorros y puede matar para defenderlos.

“Por la estructura de su cerebro, los mamíferos tienen una conexión con sus crías que el reptil no tiene, y ese vínculo se fortalece, estimula y nutre a través del contacto y la interacción”, explica Galindo Molina.

Así que en el caso del ser humano, la necesidad de contacto físico no es diferente.

Desde el Nacimiento

Un abrazo es la primera manifestación de afecto que recibe un recién nacido y le da la confianza de ser aceptado, señala Maribel Nájera, terapeuta familiar del Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia (ILEF).

El problema es que conforme crece, sobre todo si es en un ambiente hostil donde las emociones no se expresan abiertamente, el contacto físico se asume como algo prescindible, agrega Galindo Molina.

Cuando nace, el bebé no tiene la percepción de cómo es su cuerpo ni cada una de sus partes, son las caricias y abrazos de mamá o de quien esté al cuidado de él o ella los que le ayudan a interiorizar su imagen y, más adelante, a reconocerse como alguien valioso, apunta Nájera.

Así es que el abrazo y las caricias serán fundamentales para su futuro desarrollo emocional.

Quienes se paralizan cuando alguien se acerca para darles un abrazo o nunca piensan en darlo es probable que tengan “dormida” su demanda de contacto.

“Cuando un bebé no ve satisfecha su necesidad de ser abrazado la retira o bloquea”.

Lo hace porque el dolor de no haber sido aceptado a través del contacto físico es tan grande, que opta por reprimir esa necesidad ante el temor de volver a ser herido por el rechazo.

De ahí la existencia de niños, adolescentes y adultos reacios al contacto, que no imaginan que recuperar el gusto por la cercanía corporal siempre es posible.

Abre los Brazos

El abrazo es una forma de contacto de las que tiene más prestigio.

“Cualquiera es candidato a él, es portátil, no requiere equipos especiales, hace más felices los días felices, más soportables los días insoportables y continua ejerciendo efectos benéficos después de la separación”, escribe Kathleen Keating, en su libro Abrázame.

Sin embargo, tener en cuenta algunas “normas de conducta” al momento de practicarlo puede hacerlo más disfrutable.

Debe ser sincero y con afecto, si no te “nace” darlo, no lo ofrezcas; escoge el adecuado para cada momento, pues un abrazo cariñoso, consolador o juguetón se diferencia del que se da al amante; asegúrate de contar con permiso del receptor antes de abrazarlo porque si no tiene ánimo de recibirlo, debes respetarlo. Inténtalo, no te arrepentirás.

Así que ya lo saben… un abrazo al día le da alegría a tu vida

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