Río (2011)

Un tema que nunca pasará de moda en las películas, es el de hombre vs. naturaleza… y es que la historia de alguien que ha sido expulsado de su ambiente cotidiano y que debe luchar contra fuerzas inhóspitas, siempre resulta emocionante.

Naturalmente, este argumento también ha sido socorrido en las cintas animadas: tal es el caso de Madagascar 1 y 2 (McGrath) -fieras contra Selva- y de manera más reciente, Rango (Verbinski, 2011) -camaleón contra Desierto.

En Río, de Carlos Saldanha (Ice Age), se nos presenta una nueva variante de la fórmula: guacamaya contra Río… de Janeiro.

Sucede que la guacamaya en cuestión, nace en territorio carioca… pero es capturada en su plumífera infancia y llevada hasta las lejanas y frías tierras de Minnesota.

Ahí se convierte en la mascota de una niña llamada Linda -quien lo nombra Blu en honor a su plumaje- y adopta una relajada existencia doméstica.

Así pues, la vida de Blu transcurre plácidamente… hasta que un día, el ave y su ya crecida dueña se enteran de que las guacamayas azules están en extinción: urge llevar al emplumado de regreso al Brasil para aparearlo con la última hembra de su tipo, Perla, y así perpetrar la especie.

Lo que ni las guacamayas ni sus dueños saben, es que son un botín muy anhelado por los traficantes de aves.

Las mayores ventajas del filme están en su impecable producción: los colores son vibrantes y fastuosos, las vistas de la Bahía de Río, espectaculares, la calidad de la animación, excelente; los números musicales -mezcla de Samba y Hip Hop, de piezas de Sergio Mendes y Will.I.Am- son alegres y pegajosos y nos transportan al corazón de la tierra brasileña.

A esto se suma un repertorio de buenos personajes, en el que sobresale el villano, una temible cacatúa de nombre Pepillo -quien tiene los diálogos más graciosos y su propio número musical- así como el tucán Rafael y Luis, un bull-dog baboso. FUENTE: Adriana Fernández.