Una noche en el museo 2 (2009)

Larry Daley ha dejado su empleo como vigilante nocturno del Museo de Historia Natural para dedicarse a su competitivo negocio Daley Services, que vende toda clase de extravagantes aparatos de uso doméstico.

Sin embargo, se entera de que todo en el recinto está siendo empaquetado para dar paso a unas nuevas instalaciones interactivas que sustituirán las figuras originales por hologramas, así que sus amigos serán enviados a los archivos del famoso Smithsoniano, en Washington, DC., que también cobrará vida, ya que ahí se encuentra a su vez la tabla mágica egipcia de Ahkmenrah.

Una noche en el museo 2 (EU, 2009) dirigida de nuevo por Shawn Levy, abandona la premisa familiar de su predecesora y evita convertirse en una suerte de copia de Toy Story 2 (John Lasseter, 1999), para apostar por un relato de acción y humor con moraleja incluida, donde el héroe, acompañado de el vaquero Jedediah (Owen Wilson) y Octavio (Steve Coogan) se enfrentan al complot que organizan Napoleón, Iván el terrible, Al Capone y el noble egipcio Kahmunrah (Hank Azaria) para traer a sus huestes del inframundo.

Si bien resulta demasiado obvia la ayuda brindada por personajes estadounidenses como Lincoln, Custer, o Teddy Roosevelt, y la manera en que desaprovecha íconos de la cultura pop como las zapatillas de Dorothy de El mago de Oz, los Muppets o Darth Vader, sobresale la forma en que cobra vida la galería de pintura, fotografía y escultura, logrando con ello algunos buenos momentos en este entretenido y eficiente blockbuster veraniego que no es nada más que eso.

Al tratarse de una secuela de una película exitosa, como lo fue Una noche en el museo, heredera directa de Jumanji (Joe Johnston, 1995) y Zathura (Jon Favreau, 2005), los productores han optado por ampliar el espectro de entretenimiento.

Es decir: efectos digitales muy superiores, mayor espectacularidad, un aumento considerable de personajes célebres de la Historia, un escenario de mayor impacto y un ritmo más trepidante.

Por supuesto, ni ello, ni la eficacia de Ben Stiller su protagonista, o el entusiasmo puesto por Amy Adams en el papel de Amelia Earhart, la primera mujer piloto en cruzar el Atlántico, resultan suficientes para elevar el filme a mayores alturas. FUENTE: Rafael Aviña.