Los Blancos No Saben Saltar (2023)

Los Blancos No Saben Saltar (White Men Can’t Jump) no trae la comedia de 1992 al siglo XXI, pero actualiza suavemente el concepto mientras sacrifica parte de su encanto. Con Sinqua Walls y el debut en la pantalla del rapero Jack Harlow.

La idea básica no ha cambiado mucho, ya que Kamal y Jeremy se juntan después de un concurso de tiro a la canasta, y se vuelven apresurados a la cancha en un intento semidesesperado por ganar dinero extra y ayudarse en sus tensas relaciones.

Para Kamal, su pareja quiere abrir su propio salón y busca apoyarla, mientras que Jeremy se arriesga a estropear las cosas con su novia, una maestra.

Quizá lo más inteligente implica introducir más los respectivos pasados del dúo central, ya que Kamal descarriló una carrera prometedora en el baloncesto al ser arrestado, lo que lo lleva a quejarse de su trabajo de repartidor cada que alguien le preguntó si él es… quien solía ser.

Jeremy, de manera similar, jugó en Gonzaga antes de lastimarse la rodilla, pero aún se aferra a la esperanza de un regreso a la “G-league”, lo que lleva a su novia a decirle que está viviendo en una fantasía y que debería pensar en encontrar algo que realmente lo ame tanto como él ama el baloncesto.

Al igual que con el original, está ambientada en la ciudad de Los Ángeles y sus canchas al aire libre, con jugadores de apoyo sólidos para marcar la pauta. A partir del guión, se evoca una química bastante natural entre los protagonistas, que discuten por todo.

También prescindieron de la mordaza titular del original sobre que el hombre blanco no puede clavar sobre el aro, y restaron importancia a los jugadores negros asumiendo que Jeremy no puede jugar, haciendo algunas bromas sobre tales estereotipos como “obsoletas”. Antes, se retrataba al personaje como un tonto.

Aún así, realmente no hay forma de evitar la premisa de una tradicional película deportiva, que implica construir para que la pareja participe en torneos de baloncesto juntos, y que culmina en un enfrentamiento con $500,000 en juego.

Quizás inevitablemente, la película se atasca durante varias secuencias, y no ayuda que Kamal experimente recuedos difusos del momento en que las esperanzas de su carrera se descarrilaron, que se sienten como si hubieran fueran de otra película.

En el mejor de los casos, este “Los Blancos No Saben Saltar” transmite la fragilidad de los sueños de baloncesto, al tiempo que aborda lo que los exjugadores hacen con sus vidas una vez que la promesa de firmar bonos y acuerdos de patrocinio parece haberse esfumado.