Luego de ver los avances de la cinta Coco, que abrirá el festival de cine de Morelia, me dio una preocupación. Por lo que alcancé a ver, y habrá que esperar a ver la cinta completa, uno de los personajes más entrañables es Dante, el Xoloitzcuintle, quien acompaña al protagonista, Miguel, en sus aventuras entre los muertos y los vivos, al puro estilo de las tradiciones mexicanas, vistas desde los ojos de Pixar.
Como dijo su director, Lee Unkrich, Dante es mucho más que el clásico perro azteca que tantos roles ha jugado en la historia de nuestros antepasados. También es el dueño de una lengua que consideraron un personaje en sí a la hora de animarlo.
El hecho de que este perro mexicano no tenga pelo es un enorme reto para recrear en la animación y lo logran tan bien que uno solo quisiera tenerlo enfrente para poder jugar con él.
Y eso es lo que me preocupa un poco. ¿Recuerdan la locura cuando 101 dálmatas salió en su versión no animada a las salas? ¿Cuántos asilos y asociaciones canófilas suplicaban a la gente que no los compraran por montones solo porque se veían adorables en la película? -los Dálmatas no son particularmente buenos como compañía para los niños-.
Cuando miles de ellos quedaron rápidamente abandonados, Disney tuvo que poner una especie de advertencia/petición explicando lo delicado de la situación a los padres, que por algún motivo olvidan que los cachorros que no son humanos también crecen.
Pues Dante no solo es adorable, también es hipoalergénico -como cualquier perro sin pelo lo es- y platicando con expertos y amantes de esta raza me dicen que ya se están preparando varios criadores para lo que seguramente será una avalancha de pedidos de estos animalitos (que vienen en todas las tallas) y que, a pesar de ser amables, leales y juguetones, tienen particularidades que mucha gente simplemente no podría cumplir.
¿O cualquiera está listo para ponerle protector solar a su perro todos los días? ¿Por ejemplo? Se cuenta que en los tiempos de nuestros ancestros estos encantadores seres se enterraban en la tumba con sus dueños, como signo de gratitud por su lealtad (grandísimo favor que les hacían) o incluso que eran manjares en los mercados para algunos paladares específicos. Pero ante todo, este perro mexicano siempre se ha celebrado por su confianza ciega y fiel al hombre.
Criadores, protectores de animales, padres de familia: se les vienen encima muchas peticiones. Y a pesar de que la espeluznante ley sigue considerando a los animales “propiedad”, todos sabemos que son seres emotivos que nos aman a pesar de todas las cosas.
Sospecho también que Coco será un gran éxito. Son demasiados años, demasiado amor y se ve demasiado bien como para que no funcione. Claro, en México habrá a quien no le guste la idea, pero ya hablaremos de eso.
Por ahora solo les pido: En unas semanas sus hijos querrán un Xolo; mejor llévenlos a ver el futbol si no pueden mantener felices a estos animalitos. No queremos otra crisis tipo dálmatas, por favor. via @SusanaMoscatel