La locura de ser un Quijote…

Shaoran
5 Min Lectura

En la literatura Universal existen personajes que por sus características, se han constituido en arquetipos humanos cuya vigencia histórica y literaria es permanente. Es tal la fuerza de su personalidad, que su “realidad” la percibimos como si de seres irreales se tratase.

Don Quijote es uno de aquellos personajes. Creado por la pluma de Miguel de Cervantes Saavedra, da vida a la novela cuyo título original es “El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”.

No pretendo en estas líneas comentar las innegables y aclamadas cualidades de belleza y armonía de la obra o la solidez de la estructura conceptual de la misma.

Mi pretensión es acercarme al Quijote humano, al Quijote profundo, a aquel ingenioso hidalgo que página a página, llena nuestra alma de romántico anhelo por dedicar la vida a un Ideal y luchar y combatir por todo lo noble y todo lo bueno. ¿Dónde reside esa mágica fuerza que nos llena de respeto y admiración por aquel que enloqueció leyendo novelas de caballería y se lanzó a deshacer todo tipo de agravios y entuertos?

Todos aquellos personajes se encuentran en nuestro inconciente, interactuando e impulsándonos desde nosotros mismos o desde el entorno, a actuar y vivir según la manera como ellos son movidos o conmovidos. Por ello, conforme avanzamos en la lectura de la novela, mientras reímos con las divertidas complicaciones que se presentan, se va levantando una secreta admiración por aquel hidalgo que vio transfigurada a una humilde campesina en su Dama Dulcinea del Toboso. Y así vamos, poco a poco, haciéndonos partidarios de Don Quijote, y sin darnos cuenta despertamos un dormido idealismo con más y más fuerza, hasta que acabada la lectura deseamos intensamente que el Caballero de los Espejos sea derrotado por nuestro héroe. Porque ya para entonces hemos casi descubierto la espléndida vida del ingenioso hidalgo y la triste existencia de los cuerdos, que pugnan por hacerle entrar en razón, para que abandone esas locuras de Damas y Caballeros, y retorne a su casa a llevar una vida apacible, lejos de las aventuras, de los riesgos, del entusiasmo y todo motivo profundo de vivir y morir.

Tarde!, el Sancho de la novela descubre la dicha inmensa de vivir con un ideal.
Tarde!, porque ya Alonso Quijano ha vuelto a la vida y Don Quijote ha muerto como un valiente; y, puesto que no fue él quién vivió tales aventuras, no las recuerda.
Tarde!… como tarde en muchos será el despertar hacia los ideales cuando la vida inicie su curva descendente.

Ese Quijano profundo no está en la novela, allí vive sòlo un reflejo. Tampoco se encuentra en el tiempo. Tampoco se encuentra en el insigne Miguel de Cervantes. Ese Quijote humano y profundo está, pues, en nosotros, si tenemos la fuerza y el valor de ser Idealistas. Aquellos que ya no tienen ideales, que han abandonado la vida heroica y apasionada, son aquellos que dieron muerte al Quijote de su corazón, reemplazándolo por el mediocre Sansón Carrasco. Para estos últimos, la existencia perdió vida, perdió impulso, perdió sentido.

Los médicos de hoy han diagnósticado como Locura, al mal que le aquejaba a Alonso Quijano; y todos los mediocres del mundo sonrieron satisfechos, y todos los tibios del mundo proclamaron la Santa cordura de… ser tibio. Como Idealistas, en cambio, nos rebelamos contra ello. Porque no es locura vivir por un Ideal, ni locura creer en la existencia de Damas y Caballeros o rendir culto al honor, y luchar por la justicia defendiendo a los pobres, a los necesitados y a los débiles.

“No es locura creer en Dios.”
“No es locura amar todo lo noble y todo lo bueno.”
“No es locura enfrentarse con los gigantes para convertirlos en molinos de viento.”
“No es locura en esta locura del mundo de egoísmo y violencia ser idealista.”
“No es locura seguir la divina enajenación de Don Quijote.”
“No es locura luchar apasionadamente por la construcción de mundo nuevo y mejor.”

[COLOR=Purple]Si Tù eres idealista, el Quijote profundo está en ti.;)

(Fuente: acropolisperu.org)

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