El cuento dentro del libro

aura
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Quiero compartir con ustedes este cuentito corto que encontré al empezar a leer el Alquimista de Paulo Coelho, demostrado esta, para los que ya dejamos la edad en que se presume hasta de lo que se carece, que lo más sencillo es lo que más se atesora sobre todo si se entrega el corazón y el amor que regresa a nuestro Creador no disminuido, sino multiplicado por merito de un alma sencilla pero siempre generosa, kissesss barrigoncitos

Nuestra Señora, con el Niño Jesús en sus brazos,
decidió bajar a la Tierra y visitar un monasterio.

Orgullosos, todos los sacerdotes formaron una larga fila,
y uno a uno se acercaban a la Virgen para rendirle homenaje.

Uno declamó bellos poemas, otro mostró las iluminaciones que habia realizado para la Biblia,
un tercero recitó los nombres de todos los santos.Y así sucesivamente, monje tras monje, fueron venerando a Nuestra Señora y al Niño Jesús.

En el último lugar de la fila había un monje, el más humilde del
convento, que nunca había aprendido los sabios textos de la época.

Sus padres eran personas humildes, que trabajaban en un viejo circo
de los alrededores, y todo lo que le habían enseñado era lanzar bolas
al aire haciendo algunos malabarismos.

Cuando llegó su turno, los otros monjes quisieron poner fin a los
homenajes, pues el antiguo malabarista no tendría nada importante
que decir o hacer y podía desacreditar la imagen del convento.

Pero en el fondo de su corazón, él también sentía una inmensa
necesidad de dar algo de sí a Jesús y la Virgen. Avergonzado,
sintiendo sobre sí la mirada reprobatoria de sus hermanos, sacó
algunas naranjas de su bolsa y comenzó a tirarlas al aire haciendo malabarismos,
que era lo único que sabía hacer

Fue en ese instante cuando el Niño Jesús sonrió y comenzó a
aplaudir en el regazo de Nuestra Señora. Y fue hacia él a quien la
Virgen extendió los brazos para dejarle que sostuviera un poco al Niño.

De: Paulo Coelho

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