Cuentos que no son cuento (2008)

¿Qué tienen en común películas tan opuestas como Será justicia (Sydney Lumet, 1982), Milagro en la calle 8 (Matthew Robbins, 1987), ¡Oye Arnold! La película (Tuck Tucker, 2002) y Cuentos que no son cuento (EU, 2008) del realizador y coreógrafo Adam Shankman? Una premisa que se ha vuelto fórmula, sobre todo en el cine familiar según Hollywood: el enfrentamiento entre la colectividad, es decir, los débiles y desprotegidos contra la maquinaria empresarial que representan los poderosos y adinerados.

Bajo el barniz de una inverosímil historia que involucra elementos fantásticos y cotidianos, el guión escrito por Matt López y Tim Herlihy -quien ha escrito para Sandler La mejor de mis bodas (1998), Un papá genial (1999) y El hijo del diablo (2002)- propone que, a través de los cuentos que un empleado de mantenimiento de un lujoso hotel les relata antes de dormir a sus dos pequeños sobrinos, es posible cambiar las situaciones adversas de la vida y, de paso, rescatar un colegio a punto de cerrar debido a la construcción de un mega centro hotelero.

La vida de Skeeter Bronson ha estado dedicada a la hotelería. De niño, su padre administraba sin éxito un motel en Los Ángeles que terminó por vender al empresario Barry Nottingham (Richard Griffiths), a cambio de que algún día convirtiera a su hijo en gerente del negocio.

Sin embargo, la promesa no se ha cumplido y Skeeter, el mil usos del lugar, ve que su esfuerzo no es valorado cuando el dueño del hotel le ofrece la gerencia al arrogante lamesuelas Kendall Duncan (un sobreactuado Guy Pearce), novio de su frívola hija.

Las historias de romance y aventuras en el Viejo Oeste, la antigua Roma, el medioevo o el espacio exterior, que Skeeter cuenta a sus sobrinos, inspiradas en su propia cotidianidad, acaban por transformarse en realidad cuando éstos aportan detalles a los relatos.

Cuentos que no son cuento es una extraña mezcla del humor semi agresivo y semi escatológico de Sandler con la típica fábula familiar de Disney que no acaba de cuajar jamás, al igual que sus elementales efectos especiales. Una cinta que resulta más interesante por sus añejas canciones y por el curioso conejillo de indias de enormes ojos, mascota de los pequeños protagonistas, nada más. FUENTE: Rafael Aviña

En España la película será vista como: Más allá de los Sueños.