Ana y Bruno (2017)

Para dejar ir, hay que soltar, sin aferrarse, y Ana y Bruno lo saben. En la película animada, del mismo nombre, una niña es el principal tesoro de su madre, pero también su mayor perdición.

Habrá personas que piensen que por ser dibujo animado es sólo para niños, y más bien es un filme para niños y para adultos, es un tema profundo, importante, de relevancia.

En la historia, Carmen y Ricardo llegan junto con su hija, Ana, a lo que parece un centro de descanso.

Ana no entiende la actitud distante de Ricardo, tampoco por qué su madre parece ensimismada y muy ajena al tratamiento que está por recibir. Y sobre todo, por qué nadie las ayuda a deshacerse de un demonio que persigue a ambas.

Poco a poco, lo irá descubriendo. Y el espectador verá cómo Ana asimila que el ser humano que le dio la vida está sufriendo una grave crisis emocional.

Son problemas que se tienen que tratar, es un tema difícil si lo queremos hacer difícil. Lo ideal es no sacarle la vuelta y poder ofrecer una alternativa, una solución.

En un abrir y cerrar de ojos, Ana se encuentra en un universo de personajes paralelos que la ayudan a superar los obstáculos de la zona de residencia donde se encuentra mamá.

Así, Rosi y Tic aparecen, lo mismo que Daniel, un niño ciego.

También, la pequeña establece amistad con Bruno, una criatura fantástica que se vuelve el principal aliado de la protagonista… quien desea contactar a su padre para que salve a su madre.

Esta película aspira a ser una de esas que marcan a los niños, para su generación, algo que recordarán toda la vida. Es un tema muy trascendente, relevante, es un tema que invita a la reflexión y al entendimiento.

Bruno es amigable, Ana entrañable, Rosi divertida y Daniel es fabuloso, no se pone trabas a pesar de su ceguera.

Ana y Bruno emprenderán un viaje donde ella aprenderá sobre la tristeza que vive su madre y cómo puede rescatarla del laberinto en el que está internada. via Juan Carlos García