Caballo de Guerra (2011)

Caballo de Guerra (War Horse, 2011) de Steven Spielberg, no está demasiado alejada de aquellas películas tradicionales de la Casa Disney, inscritas en el subgénero de aventuras de la vida real para toda la familia, en las que interactuaban animales y adolescentes en conflicto, marcados por enrarecidos ambientes domésticos, devastados por la guerra o la pobreza y en medio de bellos paisajes naturales.

Una fórmula más que probada, que el propio realizador de Las aventuras de Tintín (2011) conoce y maneja a la perfección.

El filme rodado en Gran Bretaña, sigue a su vez la receta de voluntad férrea y heroísmo cotidiano de aquellos relatos en los que aparecen equinos como coestrellas: Fuego de juventud (Brown, 1944), Mi amiga Flicka (Schuster, 1943), El corcel negro (Ballard, 1979), Spirit (Asbury-Cook, 2002).

Spielberg y sus guionistas los colocan en una trama antibélica para mostrar la estupidez y la inutilidad de las contiendas, y transforman al caballo Joey en el verdadero protagonista de la historia, suavizando la atracción/relación entre el potro y el jovencito que lo ve nacer, lo entrena y ama, hasta que son separados por la Primera Guerra Mundial hacia 1914.

A diferencia de la violencia gráfica y el horror de la guerra con tintes ‘gore’ expuesta por Spielberg en Rescatando al soldado Ryan (1998), elige la sutileza.

Luego de andar bebiendo, el jefe de la familia compra a Joey, un caballo que no es el adecuado para trabajar la tierra, justo antes de que Inglaterra entre a la Primera Guerra Mundial.

Pero el nexo que forma Joey con Albert, el hijo del campesino, hará que esa amistad entre hombre y caballo sobreviva uno de los conflictos bélicos más grandes del siglo pasado, cuando el caballo es vendido para ser usado en la guerra por el ejército británico.

El caballo une las historias del filme, ya que durante la guerra pertenece a diferentes personas, mientras que Albert se recluta para recuperarlo. FUENTE: Rafael Aviña y Eduardo Molina.