Soy Maestra…

Pipis
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Cuando digo que soy Maestra de Jardín de Niños la gente, en general, responde con un “¡ah!”, tan soso que me gustaría exclamar:

  • ¿Dónde más podría atar lazos al pelo, ajustar cinturones, y ver un desfile de modas a diario?
  • ¿Dónde, aunque siempre me vista de la misma manera, me dirán que mi vestido es bonito?
  • ¿En qué sitio, sino alli, me abrazaría un apuesto jovencito y me dirá que me quiere?
  • ¿Dónde eres tan importante que hasta has de limpiar a la estrella del desfile?
  • ¿En qué otra parte olvidaría mis penas porque debo que atender tantos arañazos, cocos y corazones aflijidos?
  • ¿Quién recibe más flores que yo?
  • ¿Dónde más podría guiar en la escritura de las primeras letras, una manita que quizas algún día escriba un libro?
  • ¿En qué otro lugar recibiría el regalo de sonrisas tan grandes y radiantes?
  • ¿En qué otro sitio me harían un retrato gratis?
  • ¿En qué lugar mis palabras causan tanto asombro?
  • ¿En qué trabajo, cuando faltas dos días, te reciben con los brazos abiertos?
  • ¿Dónde puedes ver en primera fila la ejecución de grandes obras de arte?
  • ¿Dónde conservaría el alma joven, sino en medio de un grupo cuya atención es tan efímera, que siempre debo tener a mano una caja de sorpresas?
  • ¿En qué otro sitio derramaría lágrimas porque hay que dar por terminado un año de relaciones felices?

Me siento grande trabajando con pequeños!

A todas las maestras de educación preescolar, parvularia, inicial, que tanto siembran para que otros recojan.

¡Gracias!

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