Disney decide regresar a sus raíces

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La Princesa y el Sapo, la primera película animada dibujada a mano de Walt Disney Co. en casi seis años, representa una apuesta a que el público responderá al formato que popularizó Mickey Mouse en una era en que la animación es dominada por las creaciones por computadora de Pixar Animation y Dream Works Animation SKG Inc.

La ironía es que los responsables de la decisión de regresar a las técnicas tradicionales del dibujo a mano y recontratar a los cineastas que las utilizan son dos gigantes de la animación computarizada: John Lasseter y Ed Catmull, los fundadores de Pixar. El dúo dirige Disney Animation desde 2006, cuando Disney compró Pixar por US$7.400 millones.

Disney anunció en 2003 su retiro de la animación tradicional para dedicarse a las imágenes generadas por computadora.

La decisión obedeció a una seguidilla de fracasos de películas dibujadas a mano como El Planeta del Tesoro y Tierra de Osos. En el mismo período, Shrek de DreamWorks y Buscando a Nemo de Pixar barrieron en las taquillas.

Pero desde el punto de vista de Lasseter, el problema real no eran las técnicas de animación de Disney, sino elementos más de fondo como los personajes y la trama. “Nunca he entendido por qué los estudios dicen que la gente no quiere ver animación hecha a mano”, dice Lasseter. “Lo que la gente no quiere es una mala película”.

Disney tampoco halló una mina de oro con la adopción de la animación computarizada. Su primera cinta hecha totalmente por computadora, Chicken Little, realizada en 2005, facturó unos magros US$135 millones en Estados Unidos. Su sucesora, Bolt, de 2008, recaudó US$114 millones en EE.UU.

Los costos de producción de las películas animadas a mano y por computadora suelen ser comparables. Las decisiones sobre qué técnica utilizar tienen más que ver con la estética y el gusto de la audiencia.

Los ejecutivos involucrados en la realización de La Princesa y el Sapo señalan que la cinta costó un poco menos del presupuesto original, monto que no quisieron revelar. Otros en la industria estimaron que el costo bordea los US$150 millones, un poco menos que Monsters vs. Aliens, de DreamWorks Animation.

El regreso de los musicales

La técnica de producción no es el único desafío que enfrenta La Princesa y el Sapo. La propuesta musical clásica de la cinta, en la que los personajes pasan del diálogo al canto al estilo de los musicales de Broadway, podría hacerla parecer anticuada para un público acostumbrado a las películas en las que abunda el humor, como Monsters vs Aliens.

Peter Del Vecho, productor de La Princesa y el Sapo, cree sin embargo que se trata de un punto a su favor: “Existe toda una nueva generación que no ha experimentado un gran musical, un gran cuento de hadas épico”, afirma.

La película se estrenará el 11 de diciembre en Estados Unidos y a partir de diciembre en América Latina.

Revertir el curso no fue fácil. Las estaciones de trabajo para animación a mano habían sido desmanteladas o habían envejecido. La sede de Disney Animation, en Burbank, California, había sido transformada en una serie de cubículos ambientados para crear imágenes computarizadas.

Los animadores tradicionales eran considerados reliquias y se les dijo que tenían que adaptarse al nuevo sistema o corrían el riesgo de perder relevancia. Unos 150 fueron trabajadores recapacitados en las técnicas por computadora. Otros buscaron empleo en otros ámbitos como la producción de videojuegos o comerciales.

Entre los que fueron despedidos estaban Ron Clements y John Musker, el guionista y el director, respectivamente, de La Princesa y el Sapo. Ambos habían colaborado en los éxitos de taquilla La Sirenita y Aladino así como en el desastre de El planeta del Tesoro.

Lasseter y Catmull pidieron que el segundo piso de Disney Animation, que alberga la operación de producción, fuera dividido en dos. La mitad sigue teniendo cubículos para películas generadas por computadora. La otra ha sido transformada en decenas de escritorios especializados en animación por dibujo.

De todos modos, partes del proceso de animación fueron tercerizadas a firmas en Canadá, Estados Unidos y Brasil, todas fundadas por ex animadores de Disney.

El equipo reensamblado de animadores en Burbank se tomó la ocasión como una misión, dijo Lasseter. “Nunca se ha visto un grupo de artistas más dedicado a demostrar algo que los artistas que hicieron La Princesa y el Sapo“. FUENTE: Ethan Smith

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